Todos nos conmovimos por los atentados en París… ¿No deberían conmovernos también los miles de muertos en Siria? ¿Las víctimas de toda guerra, donde sea que se dé? Quizás deberíamos aprovechar las redes sociales no tanto para identificarnos con un país, sino para hacernos eco de un urgente llamado a la paz mundial. Porque las víctimas no tienen bandera.
¿Ser parte sin querer? No sabemos qué hacer de tanta impotencia. Compartimos dibujos con la torre Eiffel pidiendo paz, cintas de luto, banderas francesas. El dolor no tiene cómo hallar consuelo. Pero hay algo que me inquieta: los inocentes no tienen una única bandera. Tendemos a identificarnos con lo más parecido: nos duele París en el alma, sin duda. Pero poner solamente la bandera francesa como señal de duelo, ¿no nos vuelve parte de la trampa? Quizás lo que haga falta sea que fomentemos desde las redes algo más hondo que una sola bandera: un recordatorio universal de la arbitrariedad de la guerra,que siempre es pagada por la gente común y silvestre, cualquiera sea su bando.
La arbitrariedad de la guerra siempre es pagada por la gente común y silvestre, cualquiera sea su bando.